¿Por qué lo dejo para mañana?
Hay pequeñas cosas, como ordenar ese cajón donde siempre acumulamos todo, o tareas tan importantes como buscar un nuevo trabajo que siempre estamos postergando¿Quién no se ha visto alguna vez afectado por esta misteriosa conducta, tan humana, de postergar?
¿Por qué misteriosa? No deja de ser sorprendente que nos digamos a nosotros mismos, totalmente convencidos: “¡mañana empiezo!”, “¡de mañana no pasa!” y que ese mañana se vaya trasladando al futuro, día tras día, y a veces, en el peor de los casos se convierte en un “nunca”. Y lo más curioso y terrible es que no respetamos nuestras propias decisiones, nuestros propios deseos.
Cada uno de nosotros podría encontrar diferentes ejemplos: postergar el comienzo de una dieta, la revisión del coche, ir al médico, eso que te gustaría decir a tus padres (o a tus hijos) y que nunca decimos, dejar de fumar, estudiar, empezar a comer más sano, etc. Todo aquello que engrosa nuestra lista de tareas pendientes.
Cuando me encuentro con alguien que dice que no posterga nada, sería reveladora tarea ayudarle a indagar, hasta que descubra su propio estilo de postergación y el tipo de cosas que va dejando para más adelante. Y es entonces cuando quizá me encuentro con gente que posterga su felicidad:“seré feliz cuando…”, “sería feliz si…” (no importa como acabemos la frase), o va retrasando el cumplir sus sueños, o el dejar una relación o un trabajo que le produce insatisfacción.
En último extremo, cuando encuentro a alguien que dice no tener nada pendiente, entonces muy probablemente lo que posterga es su propio descanso o el tomarse unas vacaciones.
¿Qué estás postergando tú?
El porqué de la postergación
Algunos pensarán que dado que nuestro tiempo es limitado, inevitablemente hay cosas que hay que postergar. Que es cuestión de prioridades, ya que todo a la vez no se puede. Eso es muy cierto. Pero no explica por qué finalmente no hacemos algo para lo que previamente habíamos decidido reservar un espacio de tiempo. Luego esa explicación, no nos vale.
La realidad es que gran parte de la culpa la tiene nuestra noción humana de pasado, presente y futuro. Un niño pequeño vive por completo en el presente y no posterga: lo quiere ya, ahora, no existe mañana. Los adultos hemos aprendido el concepto de futuro y nos agendamos citas y tareas y lo utilizamos como un cajón en el que cabe todo. Y eso hace que si no lo hago hoy, siempre lo puedo hacer mañana, o la semana que viene o el año próximo. Pensar que existe un futuro fomenta la postergación.Y el problema es que, aunque casi nunca queremos darnos cuenta, nadie nos puede garantizar que mañana mismo vamos a estar vivos.
Motivos que fomentan la postergación y autosabotean mis intentos de ponerme en marcha son:
¿Cómo puedo vencerla?
Existen muchas técnicas para ayudarnos a pasar a la acción y evitar la postergación. Una que permite aglutinar a varias de ellas es el coaching.
El coaching es una relación de acompañamiento, donde el coach ayuda a su cliente a desarrollar sus talentos y su potencial para que obtenga los mejores resultados posibles. En concreto, para evitar la postergación es muy eficaz ya quelas 3 cosas que más le cuestan al ser humano son: empezar, continuar y acabar.
Empezar: el coach promueve constantemente que su cliente se ponga en marcha y pase a la acción.
Continuar: a lo largo de las diferentes sesiones, coach y cliente van haciendo un seguimiento de las acciones emprendidas para solucionar cualquier posible bloqueo o estancamiento que dificulte continuar.
Acabar: el cliente se ha fijado desde el comienzo una meta concreta y clara, que no parará hasta alcanzar.Ahí terminatambién el proceso de coaching. Además, el coach durante el proceso se asegura de que el cliente se haga cada vez más autosuficiente y que sea capaz de emprender los nuevos desafíos sin la necesidad de ayuda, lo cual le deja en las mejores condiciones para, una vez conseguido el objetivo, lanzarse a conseguir un nuevo reto.